"Vivir no es sólo existir, sino existir y crear,
saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir."
Gregorio Marañon
Hoy es cuando termina,
hoy es cuando empieza,
un camino a seguir,
destinado a mis pies.
Hoy, ahora,
es y no despues.
Hoy comienza y
no para, no se detiene.
Correr, caminar, saltar,
hacerlo es vivir,
no descanses,
no te detengas,
que este camino
sigue, sigue y
no se detiene.
sábado, 24 de enero de 2009
jueves, 22 de enero de 2009
Del cielo llueven rosas- Grita un niño-. Del cielo llueven.
Volteo mi cabeza para tan solo ver el cielo rojo cayendo
en mis pies. Me acerco al niño, llora de agonía. Me matan,
las flores me matan- dice- mientras me percato de sus brazos
ya tajados por las espinas de tan bellisimas trampas.
Lo tomo en mis brazos y corro, corro tan lejos como mi cuerpo
me lleve. Tranquilo, no llores mas, no temas mi niño, que el dolor
ya pasara.
El cielo rojo no deja de tumbarse sobre nosotros, mi rostros lleno
de hendiduras, mis manos que de ellas mas sangre no puede brotar,
pero el niño ya libre del daño esta. Lo abrazo por completo para que
mi cuerpo lo cubra. La lluvia se hace mas fuerte y las flores caen como
dagas sobre mi carne, pero no puedo dejar que el muera, no puedo.
Acelero el paso, corro, acelero mas y en el camino, una piedra tropieza
mis pies. Caigo al suelo y el niño salta lejos, las rosas lo matan.
El llanto desolador me retumba en los oídos, mi espalda llena de pétalos
y sangre resiste. Me pongo de pie, corro hacia el, lo tomo nuevamente y
con una mirada fugaz busco un refugio. Lo encuentro.
Un túnel, oscuro, de un asfalto seco y rustico. El niño se sienta. Mi cuerpo
ya no da mas, me siento también y pongo la espalda contra la pared. De la nada
una luz se deslumbra al final. No pasa mucho tiempo y la luz comienza a apagarse,
no hay mucho tiempo. ¡Vamos!. ¡Levantate!. ! Debemos irnos ahora!. -Me dice el niño-
desesperado mientras tironea de mi brazo. No, tu debes ir. Para mi el camino termina
acá. De ello me doy cuenta, siempre fue así, el propósito. Una lágrima inocente corre por
su mejilla. Lo abrazo. El llora. Miro sus rostro, y con mi dedo corto sus lágrimas. Beso su
frente. ¡Vete! Te están esperando. -le digo sereno-. ¡Pero no puedo! no puedo solo. -me responde-. aun llorando con desaparición. Siempre ha sido, así a sido siempre, y lo sera. Eres un niño en un campo de rosas, solo debes caminar. El comienza a caminar, su pequeña figura se hace cada vez menos visible, la luz se apaga, desaparece.
Lloro, el desconsuelo me agobia. Miro al cielo buscando una respuesta, no la hay. Apoyo
mis manos contra la muralla, y me pongo de pie, tan solo para seguir mi camino. Uno por el que
nunca opte, uno que simplemente me toco recorre. Un asfalto seco, un cielo rojo y un viento cortante que me zamarrea a cada segundo, que me destruye, que me mata.
¡ Llueven rosas!- Grito- Del cielo llueven rosas. Me lanzo en el suelo, volteo, miro hacia al
cielo, y admiro esas flores caer. Una se clava en mi pecho, perfora mi corazón. Mis ojos comienza a cerrarse, el camino termina. Mis ojos se cierran, yo, ya he de morir.
Del cielo llueven rosas- dijo un niño un día-. Del cielo llueven.........
Volteo mi cabeza para tan solo ver el cielo rojo cayendo
en mis pies. Me acerco al niño, llora de agonía. Me matan,
las flores me matan- dice- mientras me percato de sus brazos
ya tajados por las espinas de tan bellisimas trampas.
Lo tomo en mis brazos y corro, corro tan lejos como mi cuerpo
me lleve. Tranquilo, no llores mas, no temas mi niño, que el dolor
ya pasara.
El cielo rojo no deja de tumbarse sobre nosotros, mi rostros lleno
de hendiduras, mis manos que de ellas mas sangre no puede brotar,
pero el niño ya libre del daño esta. Lo abrazo por completo para que
mi cuerpo lo cubra. La lluvia se hace mas fuerte y las flores caen como
dagas sobre mi carne, pero no puedo dejar que el muera, no puedo.
Acelero el paso, corro, acelero mas y en el camino, una piedra tropieza
mis pies. Caigo al suelo y el niño salta lejos, las rosas lo matan.
El llanto desolador me retumba en los oídos, mi espalda llena de pétalos
y sangre resiste. Me pongo de pie, corro hacia el, lo tomo nuevamente y
con una mirada fugaz busco un refugio. Lo encuentro.
Un túnel, oscuro, de un asfalto seco y rustico. El niño se sienta. Mi cuerpo
ya no da mas, me siento también y pongo la espalda contra la pared. De la nada
una luz se deslumbra al final. No pasa mucho tiempo y la luz comienza a apagarse,
no hay mucho tiempo. ¡Vamos!. ¡Levantate!. ! Debemos irnos ahora!. -Me dice el niño-
desesperado mientras tironea de mi brazo. No, tu debes ir. Para mi el camino termina
acá. De ello me doy cuenta, siempre fue así, el propósito. Una lágrima inocente corre por
su mejilla. Lo abrazo. El llora. Miro sus rostro, y con mi dedo corto sus lágrimas. Beso su
frente. ¡Vete! Te están esperando. -le digo sereno-. ¡Pero no puedo! no puedo solo. -me responde-. aun llorando con desaparición. Siempre ha sido, así a sido siempre, y lo sera. Eres un niño en un campo de rosas, solo debes caminar. El comienza a caminar, su pequeña figura se hace cada vez menos visible, la luz se apaga, desaparece.
Lloro, el desconsuelo me agobia. Miro al cielo buscando una respuesta, no la hay. Apoyo
mis manos contra la muralla, y me pongo de pie, tan solo para seguir mi camino. Uno por el que
nunca opte, uno que simplemente me toco recorre. Un asfalto seco, un cielo rojo y un viento cortante que me zamarrea a cada segundo, que me destruye, que me mata.
¡ Llueven rosas!- Grito- Del cielo llueven rosas. Me lanzo en el suelo, volteo, miro hacia al
cielo, y admiro esas flores caer. Una se clava en mi pecho, perfora mi corazón. Mis ojos comienza a cerrarse, el camino termina. Mis ojos se cierran, yo, ya he de morir.
Del cielo llueven rosas- dijo un niño un día-. Del cielo llueven.........
miércoles, 21 de enero de 2009
Y ahí se va la vida,
la vida convertida
en un cronometro,
del caos mental,
del seder físico,
de todo mi yo.
Entregado a la luna,
al yugo de su luz,
al juego se sus
mil caras.
Así se va la vida,
la que llevo,
a la que sonrió,
y a la que lloro.
Ahí se va,
el viento se la lleva.
¿y a mi quien?;
¿A mi quien me lleva?
Y ahí se va.
la vida convertida
en un cronometro,
del caos mental,
del seder físico,
de todo mi yo.
Entregado a la luna,
al yugo de su luz,
al juego se sus
mil caras.
Así se va la vida,
la que llevo,
a la que sonrió,
y a la que lloro.
Ahí se va,
el viento se la lleva.
¿y a mi quien?;
¿A mi quien me lleva?
Y ahí se va.
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