domingo, 4 de abril de 2010

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Se te apago,
se te durmió,
se inmovilizo tu rostro.
Con fecha y hora cayó
la ultima hoja del tiempo,
crujir de mil lamentos
besando el pavimento
de una calle, de un hogar,
de mi alma ultrajada por
manos rojas de calor
y ausencia inhóspita.

Olor de las flores
quemadas en mis pies
hacen infusión por cada
tabaco que traga mi boca
rota por el viento
y saciada con el sudor,
del caminar diario y eterno.

Me siento
en los rincones que
nunca espere visitar,
húmedos, oxidados,
fríos de espera y soledad,
de ausencias e inviernos pasados.

Quebrantando
el mundo estas ahora,
mi mundo, el torcido
y agobiante mundo
que hoy en tus dedos
duerme.
Día a día,
duerme.