viernes, 1 de mayo de 2009

.:: 21:30::.

Tanto tiempo a pasado de aquella noche, que mis recuerdos me hacían preguntarme: ¿Que fue lo que paso?. ¿ En que termino todo esto?. A caso la lluvia los desvaneció mientras la abrumadora neblina cegaba sus ojos o el viento tan solo se los llevo, abatiéndolos a tan antagónicas direcciones que nadie mas supo si se volvieron a ver. Una noche, tan cruda y fría como la primera vez que se vieron de manera tan perdida. completos extraños de su propio juego. Decidí volver a esa calle, vieja y desarmada calle.
De ellos no quedaba nada, solo espacios completamente vacíos de sus cuerpos.
Me senté dudoso en aquel muro, una angustia inmediata recorrió a mi corazón y la imagen de ambos mirándose fijamente mientras ella danzaba volvió a mi mente. Los ojos de el, locos y seducido, con su corazón apunto de explotar, como si el amor fuese una maldita enfermedad. Y ella y su baile lento, con movimientos que cortaban el viento. De pronto una brisa golpeo mi cara y los vi, ahí abrazados mirándome como el único espectador de su incomprendido sentir. Y a la luz de la misma luna que invadía las calles esa noche, cerré mis ojos y me retire del lugar.

¿Me preguntas que paso con ellos?. Nada y a la vez todo. Tal vez solo los que les toco vivir. ¿ Que si murieron? En ocasiones, hay que morir, matar toda vida que llevamos, para empezar una nueva. ¿Cuanto nos toca vivir?¿Cuanto nos toca morir?. Prefiero pensar, querido corazón, cuanto, vivos o muertos, somos capaces de sentir, de llorar, de odiar, de amar.
Así, apresurado y con miles de preguntas que me hacia a mi mismo, creyendo vivir o morir, pensé: A todos nos toca un lugar donde sentir esta a nuestra completa libertad. A ellos el viento se los llevo. ¿A donde? No lose. Tal vez a un lugar donde ni la luna ni los viejos muros de las calles son capaces de ponerle tapujos a nuestros espíritu, a nuestro corazón.

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