En el sendero mas desértico,
ante un cristal que palpita
entre nuestras miradas
perdidas, claro se
vuelve el sueño
hecho una realidad
que duele, que te hace
volar y golpearte
en las fauces terrenal.
La verdad que en
mi marco la sonrisa
de un glorioso amanecer.
En tus manos he comprendido
el sendero del futuro amar,
de la agonía quizás.
Del destiempo
en su infinidad.
En medio del desierto,
con la arena en los ojos
y la fuerza en nuestras
almas, espero el primer
movimiento para dar
el fugas estruendo
que rompa la barrera.
Así amor, los abrazos
entorpecidos se
volverán mi vicio,
mi mas atesorado
momento.
Que tu mirada
se clave por siempre
y un beso eterno
nos haga dormir
al fin en la tierra de
la utopía aun viva
que el tiempo ha guardado
para el mas preciso anochecer.
Que nunca
me sentí en la dicha máxima,
en el sueño mas exquisitamente
fatigante, que tu mujer me entregaste,
y hoy se ve interrumpida por la sabiduría
del cíclico andar.
Te vi, te tome y en mi
clavaste el purgante deseo,
el vehemente estado en el que
por la noches espero volver
a creer.
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